Como tantas cosas en este mundo acelerado en el que vivimos, pareciera que las torrejas también han quedado en el olvido. Y la verdad es que es una pena porque además de riquísimo, es un postre económico, fácil y nutritivo.
Mamá dice que el secreto para que no fallen es que el pan no sea fresco.
Hoy en día existen múltiples variantes y como pasa con los platos tradicionales, cada familia tiene su manera especial de cocinarlos.
Pan, leche, huevos y azúcar son los ingredientes básicos de cualquier torreja que se precie de tal.
Son típicas de cuaresma y semana santa, seguramente con el fin de no desperdiciar el pan que sobraba.
Investigar sobre la historia de las torrejas nos lleva a sus raíces españolas. Probablemente hayan tenido sus orígenes en los conventos religiosos de Andalucía y se comían en Jueves Santo.
Cuentan que las torrejas, al igual que la Semana Santa, representan la vida y muerte de Jesús. Que el pan es el cuerpo de Cristo, que muere en este tiempo, del mismo modo que la base de las torrejas es pan muerto. La leche, los huevos y la fritura, se entienden como los baños necesarios para que el cuerpo resucite y dicha fritura refleja el sufrimiento del Señor. Se produce la resurrección del pan muerto y de ahí su consideración de postre divino.
Esta es la receta original que cocina mamá y que a su vez la aprendió de mi abuela Sofía.
Los ingredientes son
250grs de pan que no sea fresco.
2 huevos
esencia de vainilla
350cm3 de leche
100grs de azúcar
Aceite para freír.
Almíbar
300grs de azúcar
300cm3 de agua
Procedimiento
Hacer una torreja es super sencillo. Una vez cortadas las rebanadas de pan de 2cm aprox. se remojan primero en la mezcla de leche, azúcar y escencia de vainilla, se escurren y luego se pasan por el huevo batido y de ahí directo al sartén con abundante aceite caliente. Vuelta y vuelta. Cuando estén doradas se escurren bien y las pasás por el almibar -punto hilo- que tiene que estar caliente.
1 comentario:
Publicar un comentario