Hace un tiempo ya que con mamá teníamos pendiente cocinar yemas acarameladas.
Ella me contó de que mi abuela Changa solía prepararlas y aunque no recordaba muy bien como las hacía, lo que le había quedado grabado era cuando las envolvía en papel celofán.
A mi en cambio me recuerdan mucho a mi niñez y muy especialmente a mi papá. Pero lo que me decidió a cocinarlas hoy, es que mañana es el cumple de Marie y a ella también le encantan.
En general me gusta hacer una breve reseña de la receta que cocino, pero como este blog es de cocicneros y de locos, hoy prefiero contarles de Mariela "mi amiga todo terreno".
Aunque suena un poco fuerte -es que tan viejas no somos-, hace 30 años ya que somos amigas y hemos pasado por todo. Desde la alegría infinita hasta el dolor más intenso que se pueda imaginar. Poseedora de un sentido del humor único. Generosa como pocas. La sencillez hecha persona. Es la comprensión en la mirada...Es ese teléfono abierto a toda hora...Es la que se banca los sábados como si fuera cocinera... Es la que te hace el aguante como cuando teníamos 15 años. Es la que te demuestra que el tiempo no pasa en vano cuando la amistad es verdadera! Todo eso y más es Marie mi amiga!!! La feliz poseedora de las yemas acarameladas!
Dicho todo esto, paso a la receta.
Los ingredientes a saber son:
10 yemas.
250grs de azúcar.
pizca de vainilla.
Azúcar impalpable, cantidad necesaria.
Gotas de coñac.
Almíbar:
500grs de azúcar.
300cm3 de agua.
Una cucharadita de glucosa.
En una cacerola pequeña, mezclar las yemas con el azúcar y la vainilla. Cocinar a fuego lento con cuchara de madera hasta que la preparación se espese y se despegue de la cacerola. Colocar la preparación sobre un marmol enmantecado, dejar enfriar un poco y agregarle el azúcar impalpable y el coñac, haciendo una masa ni muy muy ni tan tan. Hacer las pelotitas y dejarlas unas horas hasta que se sequen un poco.
Mi mamá al mando de las hornallas |
Aparte poner en una cacerolita el azúcar, con el agua y la glucosa a fuego fuerte hasta que llegue a punto caramelo.
En esta instancia me paso de todo. Es que pensé que sería fácil y sin embargo logré encontrar el punto del almíbar, recién en el tercer intento. De a ratos la cocina es como la vida, solo se aprende a los tropezones...Pero como en la vida misma también, el que persevera triunfa!
En esta instancia me paso de todo. Es que pensé que sería fácil y sin embargo logré encontrar el punto del almíbar, recién en el tercer intento. De a ratos la cocina es como la vida, solo se aprende a los tropezones...Pero como en la vida misma también, el que persevera triunfa!
Intentos fallidos |
Final feliz |
Una vez que retirás el almibar del fuego, pasás rapidamente las yemas de a una y con la ayuda de un tenedor. Las colocas en el marmol enmantecado para que se enfríen y una vez secas, podés colocarlas en un frasco de vidrio bien tapado o envolverlas de a una en papel celofán.
Ojalá te animés a cocinarlas!
Y que viva la del cumpleaños!!
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