miércoles, 13 de agosto de 2014

Pequeños grandes tesoros


Me  encantan los utensillos y los pequeños electrodomesticos para la cocina! Soy capaz de pasarme horas hinoptizada frente a una góndola de estos productos,  imaginándome  para que   podría usarlos,  en que lugar de la cocina los ubicaría,  sabiendo de antemano y sin importarme en lo más mínimo,  que lo más seguro sea,   que termine comprando   "absolutamente nada".
Pensar que antes, con una  cuchilla  bien  afilada y una  tabla para picar,  cuchara de madera y  espátúla de goma, olla asadera y sartén,  palote de amasar, ruedita para cortar pastas  y algún batidor de mano como una excentricidad, eran más que suficiente para que nuestras abuelas  hicieran  magia en la cocina. Sin embargo  hoy en el mercado hay de  lo que quieras y más. Materiales nuevos, como los moldes de siliconas, hasta electrodomesticos  con superpoderes  y tecnología de punta.
Batidor de mano que también fuera de mi abuela Sofía





Aunque  reconozco que a medida que vamos ganando terreno en la cocina, empiezan a surgir necesidades nuevas que harán que incorporemos elementos más específicos,  yo disfruto mucho  cuando cocino con  utensillos  que eran de mamá, o que fueron comprados por  papá o que en algún momento pertenecieron  a  mi abuela.  A menudo me pasa que al mirarlos me llevan a algún recuerdo en especial, como que me transportan en el tiempo, logrando convertirse así  en una nítida imagen capturada por  mi corazón.
Pero en este momento culinario de mi vida  y a pesar de todo lo que  acabo de contar,  hoy me encuentro dividida entre dos amores. Uno, recién llegado a mi  vida, me ofrece la excelencia  en la parte operativa. El otro, con  medio siglo en su haber,  ha sabido convertirse en una fuente inagotable de buenos  recuerdos.
Hace un par de semanas  ya,  después  de muchas idas y venidas,  de varias  batidoras sin arreglo  y bajo el exhaustivo asesoramiento y posterior  visto bueno  de mi cuñado,  logré comprar mi primer batidora   kitchenaid. Dicho así puede que no  signifique  mucho,  porque es un producto bastante específico. Pero para que más o menos   se entienda, sería como una especie  de luna de miel la que estoy viviendo, usando  mi  flamante y silenciosa  batidora color bermellón  reconocida en el mercado  a nivel mundial. 


Mi última adquisición!!

Aunque la mayoría de las veces,  por no decir casi siempre,  lo más valioso no significa que sea lo más caro. Más bien suele ser todo lo contrario. Y a esto lo digo con conocimiento de causa, es que  mi  utensillo de cocina preferido, patrimonio histórico de mi familia,  el que me hace olvidar de mi batidora nueva,  ese que cuido celosamente y el que espero que algún día mis nietas  valoren tanto como yo,  es el palote de amasar de mi abuela Sofía, que a su vez, fuera un regalo que mi papá le hiciera a ella y que a su vez también,  uno idéntico y en simultaneo,  le regalara en aquellos tiempos de bonanza a  mi mamá.


El palote de mi abuela Sofía. Actualmente lo uso para estirar las masas del rogel.


Si te estás preguntando a que viene tanta perorata, es porque presiento  no ser la única en tener  un utensillo de cocina preferido. Y es por esto que me encantaría que te animes a contarnos cual es el tuyo  y que historia esconde detrás. 
Y  aunque no escribas nada, ojala que esta nota te sirva como disparador para que puedas reflexionar con los tuyos, en especial con los más chicos,  de temas tan importantes,  como lo es el valor de las pequeñas cosas...

1 comentario:

LM dijo...

¡Me encanta el batidor de tu abuela!