Si bien son muchaassss las personas que me cuidan y acompañan para que yo pueda seguir adelante -con todo lo que ese SEGUIR ADELANTE significa- al leer este texto, inmediatamente vino a mi pensamiento y a mi corazón, mi querido amigo y sacerdote:Padre Rául Benedetti De Zan.
Lo comparto con ustedes y se lo dedico muy especialmente a él y a todas esas personas que hace 12 años ya, de una u otra manera vienen dejando "HUELLA" en mi vida.
Suma de andares y desandares, de huellas intermitentes que van quedando atrás a cada paso.
Seres que nos sorprenden en el camino; que tienen algo que enseñarnos; que interrumpen nuestro viaje con su mochila cargada de vivencias y sensaciones, para acompañarnos en esta travesía que llamamos “vida”. Compañeros de ruta que, buscados o no, nos ayudan a acelerar el paso pese a lo inestable y pendular que pueda tornarse nuestro destino; pese a lo hostil que pueda verse la ruta y a las neblinas que pretendan empañarnos los sentidos.
Seres que nos guían y allanan el camino; que no se sabe porqué irrumpen en escena pero que tras hacerlo colman nuestro ser y renuevan nuestras ya cansadas energías.
Seres con luz interior que, titilando, nos indican los caminos más seguros para no trastabillar en la marcha; para no perdernos entre la masa, recordándonos nuestra “unicidad”, nuestra “singularidad” tan singular, razón de ser de la tan menospreciada riqueza interior.
Seres, que voluntariamente se acompasan a la expedición, marcando su ritmo, sostenido nuestras almas quejumbrosas y afligidas, y embriagándolas con extractos de ilusión.
Seres, en fin, que nos enseñan a confiar en uno mismo; que nos quitan los velos que segaban nuestras ganas, despertándonos de toda quimera; que contienen pero no ahogan; que acompañan pero no asfixian. Que respetan, cuidan y aman. Mitades o cuartos que nos completan; que exilian nuestras lágrimas “mojadas”, convirtiendo almas desérticas en tierra fértil donde sembrar esperanzas.
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